viernes, 14 de enero de 2011

ANIMALES EN PELIGRO DE EXTINCION

La tortuga boba (Caretta caretta) está en peligro de extinción al menos oficialmente desde 1996, año de revisión de la situación de estas tortugas por la IUCN (Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza).


SITUACIÓN EN NÚMEROS

La población que cría en el Atlántico norteamericano cuenta con unas 100.000 hembras reproductoras, mientras que en el Mediterráneo oriental existen menos de 10.000 hembras. En consecuencia, la población mediterránea es más vulnerable que la atlántica. Aun así, no hay empobrecimiento genético de la especie, ya que se ha comprobado la existencia de flujo génico entre las diferentes poblaciones reproductoras del Mediterráneo oriental. Ahora bien, el flujo génico entre las poblaciones mediterráneas se mantiene gracias a las poblaciones de Chipre y Creta, por lo que una reducción de sus efectivos poblacionales tendría efectos negativos sobre las restantes poblaciones mediterráneas. Por otro lado, parece existir un evidente aislamiento con respecto a la población atlántica.


CARACTERÍSTICAS

También se le llama tortuga caguama, aunque es menos conocida por este nombre.

Estas tortugas pertenecen a la familia de los quelónidos (Cheloniidae), la cual incluye cinco géneros y numerosas especies, la mayoría de las cuales se hallan en peligro de extinción. Se trata de la única especie de su género, y no se conocen subespecies.

Es de costumbres solitarias, como otras tortugas que realizan largos viajes migratorios.

Pesan entre 65 y 107 kg, aunque se han visto ejemplares mucho más pesados, y miden entre 82 y 109 cm., aunque también se han visto ejemplares mucho más grandes.

El color de su caparazón es pardo - rojizo, de tonos bastante uniformes y su dorso es de color crema. Las crías son de color marrón oscuro.

Con respecto a su fisonomía, sus patas se han modificado convirtiéndose en aletas con dos garras, especializadas para nadar grandes distancias. Las aletas anteriores las utilizan para propulsarse, mientras que las posteriores las usan como timón. Su cabeza es proporcionalmente grande y redondeada similar a la de la tortuga verde (Chelonia mydas), tortuga blanca o cahuama (en el Caribe), también en peligro de extinción. Su boca tiene forma de pico muy grueso. El caparazón suele ser liso, aplanado e hidrodinámico en los adultos y un poco más áspero en los jóvenes. Una de las principales características que permiten distinguirla de otras especies marinas es la existencia de 5 escudos costales y 3 escudos inframarginales.

Además existe dimorfismo sexual (diferencias externas entre machos y hembras), ya que la cola de los machos es más larga y ancha y tienen una garra cuva en la parte anterior de las extremidades anteriores. Los machos suelen ser de mayor tamaño y suelen tener la cabeza en proporción algo más grande.

Mientras que en cautividad viven hasta 33 años, en libertad se estima que podrían vivir entre 30 y 62 años, pero no se tienen datos suficientes.

ALIMENTACIÓN: Es una especie carnívora, que se alimenta especialmente de peces, crustáceos, poríferos, moluscos, cefalópodos, equinodermos, y demás invertebrados bentónicos.


REPRODUCCIÓN

Al igual que muchos otros quelónidos, las hembras retornan a desovar en la misma playa en la que nacieron, o muy cerca. Sin embargo, el cortejo y apareamiento se producen lejos, en zonas donde viven y se alimentan, tras lo cual siguen sus rutas de migración hasta la zona de desove.
Maduran sexualmente cuando su caparazón mide aproximadamente 90 cm de longitud, lo que nos lleva a una edad de unos 15 años, aunque puede variar en cada ejemplar la edad.
Cuando llega la época de apareamiento, entre mayo y septiembre, este se produce en la superficie, donde el macho usa sus dos garras para aferrarse al caparazón de la hembra.
Las hembras no crían anualmente, sino que crían cada 2 o 4 años, aunque pueden llegar a tardar hasta 9 años.
Tras seguir las rutas de migración llegan a zonas de clima tropical y subtropical, donde hacen los nidos en la arena de la playa. Los lugares preferidos son las playas de Brasil y Florida, Estados unidos, aunque también han sido vistas en África, Turquía y Chipre, y rara vez en Australia. Normalmente el desove es en verano dependiendo del hemisferio. Hay también una subpoblación pacífica, ya que hay dos lugares allí con más de 10.000 tortugas: la isla Masirah (Omán) y Florida (Estados Unidos).

La población mediterránea, mucho menor que la atlántica (unas 2.000 hembras reproductoras), muestra mayor estabilidad en el número de anidamientos y en el de eclosiones anuales, pero está muy amenazada.

Como dato curioso, aunque la especie no se reproduce habitualmente en las costas españolas, se menciona la puesta posible en Murcia (España) donde se encontró un huevo con embrión en el Delta del Ebro. Sin embargo, la única puesta hasta la fecha directamente observada se produjo el 27 de julio de 2001 a las 3 de la madrugada en una playa de Vera (Almería). Tras 58 días de incubación se produjo la primera eclosión comprobada de tortuga boba en playas españolas. La puesta estaba formada por 97 huevos, produciéndose la eclosión de 42 tortugas y perdiéndose por distintas causas los otros 55.

NIDO: Las hembras se arrastran por la arena por la noche hasta llegar al lugar idóneo para ellas, donde realizan un hueco que tendrá entre 25 y 50 cm de fondo. El nido lo hacen con las patas, y después lo tapan con la arena. Normalmente tardan menos de 1 hora en desovar, y si son molestadas vuelven al mar sin hacerlo. Se incuban en el nido entre 42 y 72 días, tras lo cual eclosionan. Depositan entre 35 y 180 huevos, de un diámetro de 39 mm y 40 g de peso.
Las crías al nacer se desplazan hacia el mar. De camino de su nido al mar mueren muchas tortugas a manos de sus depredadores, como son cangrejos, gaviotas, mamíferos?

¿MACHOS O HEMBRAS?: Si la temperatura del nido es de 32 ºC o más, las crías serán hembras, y si la temperatura es de 28 ºC o menos, serán machos. Si la temperatura está alrededor de 30 ºC nacerán aproximadamente un 60 % de hembras y un 40 % de machos. Esto mismo ocurre con otras especies como los cocodrilos.


HÁBITAT Y ÁREA GEOGRÁFICA

Es una especie cosmopolita que se distribuye por todos los océanos y mares tropicales y subtropicales, en un área muy extensa comprendida entre los 60º N y aproximadamente 40º S (DODD, 1988; MÁRQUEZ, 1990). Se encuentra en aguas de las plataformas continentales, bahías, lagunas y estuarios, y en ocasiones hasta en el interior de puertos. Es común en aguas superficiales del talud continental, tanto en áreas de alimentación como durante las fases migratorias (reproductora o trófica). Esta especie es la segunda más distribuida mundialmente y es una de las más explotadas. Aun así, aun encontrándose en una amplia zona, no es tan abundante como antaño, y por lo tanto se encuentra en peligro de extinción.

Se distribuye por todas las costas del pacífico de Sudamérica y en Baja California y California; también se han encontrado en las islas japonesas de Okinawa. Se han dado casos en los que la tortuga viaja de San Diego, California hasta Japón. Hay avistamientos de tortugas bobas en El Salvador y Panamá.

Estas tortugas pueden vivir en aguas más frías que la tortuga verde. También se encuentran en Brasil y en la reserva de Cabo Cañaveral. También se distribuyen en diferentes zonas del Mediterráneo.

Según indican estudios genéticos, el Mediterráneo habría sido colonizado por las tortugas procedentes de Florida hace unos 12.000 años. Está presente durante todo el año y es muy abundante desde Junio a Septiembre en aguas españolas del Mediterráneo, donde se concentran especímenes de poblaciones mediterráneas y de poblaciones atlánticas.

Estas tortugas pasan por distintos hábitats a lo largo de su desarrollo. Los primeros estadíos de su ciclo biológico, tras la eclosión de los huevos, los pasan en hábitats pelágicos. Cuando llegan a una talla del caparazón determinada de 52 cm se asientan en hábitats bentónicos, lo que se correspondería en el Atlántico norte con edades comprendidas entre 7 y 10 años.
La duración del estadío pelágico es muy variable, entre tres y diez años, dependiendo de los individuos y los distintos océanos. La fase bentónica juvenil hasta alcanzar la madurez sexual y retornar a las playas de reproducción de las que son originales puede durar hasta 20 años; durante este periodo y en posteriores muestran gran fidelidad a las áreas de alimentación y retornan a las mismas tras las migraciones reproductoras.

En aguas del Cantábrico y Galicia, donde es común aunque poco abundante pueden encontrarse ejemplares de origen americano. En general son individuos de pequeño tamaño los que llegan a varar en estas costas, en ocasiones debido al efecto de las bajas temperaturas sobre los individuos jóvenes.


AMENAZAS

Actualmente está en peligro de extinción, aunque la información de la que se dispone no es del todo actual y se necesita de una revisión de su situación con datos actuales.

La razón principal por la que está en peligro de extinción es que ha sido cazada durante siglos por su carne y su caparazón. Actualmente la caza para alimentarse no parece ser la más importante.

Otro gran problema es la falta de playas seguras, debido al turismo y la perturbación o edificación que impiden que las tortugas desoven allí.

Cada año una importante cantidad de individuos subadultos son capturados por la flota palangrera de las costas mediterráneas de manera accidental. Otros artes de pesca como el arrastre de fondo en el Mediterráneo también afectan a ésta y otras especies. En el Atlántico, sobre todo las redes de enmalle a la deriva italianas, francesas y marroquíes, éstas en el Estrecho de Gibraltar, son el principal peligro procedente de la pesca. Para hacernos una idea, decir que la flota española y la italiana que pescan en el Mediterráneo occidental pueden capturar mas de 40.000 tortugas anuales de esta especie, principalmente juveniles (LAURET et al., 2001).

En Florida están muriendo por la contaminación de algunas bahías o zonas del océano.

La contaminación marina y la basura en el mar también les afectan. (Es sabido que muchas tortugas marinas mueren asfixiadas con bolsas de plástico, ya que intentan comérselas al confundirlas con medusas). El efecto de la contaminación es difícil de evaluar, pues generalmente no se traduce en una mortalidad que pueda ser contabilizada, sino que se expresa mediante disminuciones en la capacidad reproductiva de las poblaciones, la depresión del sistema inmunitario que favorece la aparición y extensión de enfermedades (en ocasiones brotes epidémicos de gran alcance) y en lesiones o malformaciones orgánicas poco específicas que desembocan en una baja eficacia biológica de los ejemplares afectados o en un incremento de la mortalidad considerada como ´natural´. No obstante, debido a diversos factores ecológicos y biológicos, las tortugas presentan una limitada capacidad de bioacumulación y biomagnificación de contaminantes persistentes, por lo que no se considera este un factor de amenaza relevante.


MEDIDAS DE CONSERVACIÓN

Hay muchas entidades y acuerdos internacionales que protegen a estas especies, tanto en sus zonas de desove, como en el resto de distribución. Por ejemplo, la Convención del Comercio Internacional de Especies de Flora y Fauna Silvestre (CITES), en su Apéndice I, la Convención para la Conservación de Especies Migratorias y Animales Silvestres (Convención de Bonn o CMS, apéndices I y II), la Convención sobre la Conservación de la Vida Silvestre Europea y sus Hábitats Naturales (Convención de Berna, apéndice II sobre fauna estrictamente protegida), la Convención para la Protección del Mar Mediterráneo contra la Contaminación (Convención de Barcelona, anexo II) y la Directiva Hábitats de la Unión Europea (apéndices II y IV). Aparece como especie de ´interés especial´ en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y como ´en peligro´ en el Libro Rojo de los Vertebrados de las Baleares.

Algunas áreas marinas protegidas han sido creadas, entre otros objetivos, para proteger la especie. No obstante, estas áreas son insuficientes y no han resultado útiles para la su conservación debido a que la franja marítima que abarcan es casi siempre muy limitada y resulta ineficaz para proteger a una parte significativa de la población.

Dentro de un artículo de la web del Proyecto LIFE Posidonia podemos encontrar algunas actividades para asegurar la conservación de la tortuga boba:
1. Elaboración de censos poblacionales utilizando técnicas estadísticas que permitan determinar tendencias demográficas en el tiempo y evaluar la trayectoria de las agregaciones de tortugas en la Cuenca Argelina, o al menos de las tortugas presentes sobre la plataforma continental de las islas Baleares.
2. Aplicación estricta de la normativa ya existente sobre la longitud máxima de los trasmallos de langosta y el tiempo máximo de permanencia en el agua, con el fin de reducir las capturas accidentales y la mortalidad por ahogamiento.
3. Ensayar la eficacia y viabilidad de diferentes aparejos destinados a reducir la captura accidental de tortugas marinas mediante palangre de superficie.
4. Redactar un manual de buenas prácticas para el desenganche de tortugas de los palangres de superficie, pues las lesiones ocasionadas durante la recuperación del arte parecen ser las más graves.
5. Evaluar la mortalidad real de las tortugas capturadas accidentalmente mediante palangre de superficie una vez son devueltas al mar.
6. Si no resulta posible reducir de forma significativa la mortalidad generada por el palangre de superficie, crear un área marina protegida en aguas oceánicas suficientemente grande como para albergar una fracción relevante de los ejemplares presentes en la cuenca Argelina. La pesca con palangre de superficie debería prohibirse en dicha área.

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